EDUARDO GALEANO Y SU OBRA EN UN ANALISIS SOCIOLOGICO DEL CONTEXTO DE UN PUEBLO LUCHADOR

Las
venas abiertas de América Latina tiene una función muy clara dar a conocer
cuáles fueron los orígenes de la constante humillación de la que es objeto esta
parte del mundo por parte de los países más desarrollados, los cuales tejen sus
redes de dependientes a través de la imposición tecnológica y económica de sus
empresas.
“América Latina, la región de las venas
abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado
siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha
acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus
frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de
trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos. El modo de
producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente
determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del
capitalismo. A cada cual se le ha asignado una función, siempre en beneficio
del desarrollo de la metrópoli extranjera de turno, y se ha hecho infinita la
cadena de las dependencias sucesivas, que tiene mucho más de dos eslabones, y
que por cierto también comprende, dentro de América Latina, la opresión de los
países pequeños por sus vecinos mayores”
De
esta forma, quedan a la expectativa gran cantidad de niños, los cuales o se
resignan a mirar su pobreza o tienen que salir a las calles a ganar la comida
del día. Si estudian o no qué importa, la necesidad primordial es dejar
contento al estómago y cuando no salga ni para eso, pues tendrán el refugio
pasajero del thiner, el resistol o, incluso, si alcanzo el dinero, la
marihuana. Esta parte de la vida cotidiana es la que muchos de nosotros vemos y
con la cual los grandes consorcios comerciales lucran, pues sólo pretenden
ayudar al problema con la donación de diez centavos por cada producto que
vendan, en unos casos, o con la construcción de albergues, en otros casos. Con
esto en nada remedian el problema fundamental, sólo dan migajas al que les ha
creado todo el pan.
Una
necesidad de los capitalistas que sí les preocupa y que tiene que ver con las
clases populares es la de buscar la forma en la que ya no se reproduzcan, pues
si bien es cierto que muchos de ellos participan activamente en el proceso de
producción de su dinero a bajos costos, también los hay que su vida gire en
torno a “las malas costumbres”; es decir quienes se dediquen al crimen por
falta de dinero y como una fuente fácil para conseguirlo. Claro, todo su mundo
sería perfecto si no existieran “granitos negros en el arroz“ como el antes
mencionado. Galeano explicaba en su escrito (recuérdese que fue escrito en
1971) que los:
“Estados
Unidos no sufren, fronteras adentro, el problema de la explosión de la
natalidad, pero se preocupan como nadie por difundir e imponer, en los cuatro
puntos cardinales, la planificación familiar. No sólo el gobierno; también
Rockefeller y la Fundación Ford padecen pesadillas con millones de niños que
avanzan, como langostas, desde los horizontes del Tercer Mundo. Platón y
Aristóteles se habían ocupado del tema antes que Malthus y McNamara; sin
embargo, en nuestros tiempos, toda esta ofensiva universal cumple una función
bien definida: se propone justificar la muy desigual distribución de la renta
entre los países y entre las clases sociales, convencer a los pobres de que la
pobreza es el resultado de los hijos que no se evitan y poner un dique al
avance de la furia de las masas en movimiento y rebelión. Los dispositivos
intrauterinos compiten con las bombas y la metralla, en el sudeste asiático, en
el esfuerzo por detener el crecimiento de la población de Vietnam. En América
Latina resulta más higiénico y eficaz matar a los guerrilleros en los úteros
que en las sierras o en las calles.”
En
este sentido, toda subversión que trastoca la tranquilidad del sistema que
implantó nuestra hambre y crisis resulta que debe ser resuelta mediante la
violencia y la represión, de ahí que esos años (1960-1980) se hayan
caracterizado por las desapariciones, encarcelamientos y asesinatos de jóvenes,
trabajadores, intelectuales y hasta de amas de casa que se identificaban con
los movimientos anti capitalistas, lo que hoy se conoce como crímenes de lesa
humanidad. El problema es serio cuando uno se pone a pensar que no por mucho
tiempo la gente, la sociedad, seguirá viendo a la expectativa cómo terminan con
un país intereses ajenos a él en cuanto al compromiso social, ecológico e
histórico. Galeano habla algo al respecto e, incluso, llega más allá al poner
como claro ejemplo de la valentía y de la dignidad al gobierno cubano tras la
revolución; no obstante, hacer aquí un comentario condenatorio sería como
pelear con una estatua, pues los documentos obedecen a un tiempo, por lo que no
todo lo que contienen tendrá que ser trascendente al correr del tiempo. Así
pues, el escritor uruguayo pregunta:
“¿Tenemos
todo prohibido, salvo cruzarnos de brazos? La pobreza no está escrita en los
astros; el subdesarrollo no es el fruto de un oscuro designio de Dios. Corren
años de revolución, tiempos de redención. Las clases dominantes ponen las
barbas en remojo, y a la vez anuncian el infierno para todos. En cierto modo,
la derecha tiene razón cuando se identifica a sí misma con la tranquilidad y el
orden, es el orden, en efecto, de la cotidiana humillación de las mayorías,
pero orden al fin: la tranquilidad de que la injusticia siga siendo injusta y
el hambre hambrienta. Si el futuro se transforma en una caja de sorpresas, el
conservador grita, con toda razón: «Me han traicionado». Y los ideólogos de la
impotencia, los esclavos que se miran a sí mismos con los ojos del amo, no
demoran en hacer escuchar sus clamores. El águila de bronce del Maine,
derribada el día de la victoria de la revolución cubana, yace ahora abandonada,
con las alas rotas, bajo un portal del barrio viejo de La Habana. Desde Cuba en
adelante, también otros países han iniciado por distintas vías y con distintos
medios la experiencia del cambio: la perpetuación del actual orden de cosas es
la perpetuación del crimen.”
La
importancia que pone Galeano en la defensa de la dignidad del hombre ante una
capitalismo falto de sentimientos sería uno de los primeros consejos que se
podrían desprender de su escrito.
En
los capítulos siguientes (“Fiebre del oro, fiebre de la plata” y “El rey azúcar
y otros minerales agrícolas”) Galeano hace un recorrido histórico plagado de
crónicas en donde adentra al lector a visualizar la forma en la que, desde la
llegada de los españoles, se viene dando un servicio magnifico y “generoso” de
minerales y materias primas de América Latina hacia al exterior. Ejemplo
arrasador del delirio sufrido por los españoles al ver condiciones tan
favorecedoras en América Latina se encuentra en un sub capítulo del libro
llamado “Como unos puercos hambrientos ansían el oro”, donde el escritor
uruguayo explica que:
“A
tiros de arcabuz, golpes de espada y soplos, avanzaban los implacables y
escasos conquistadores de América. Lo cuentan las voces de los vencidos.
Después de la matanza de Cholula, Moctezuma envía nuevos emisarios al encuentro
de Hernán Cortés, quien avanza rumbo al valle de México. Los enviados regalan a
los españoles collares de oro y banderas de plumas de quetzal. Los españoles
«estaban deleitándose. Como si fueran monos levantaban el oro, como que se
sentaban en ademán de gusto, como que se les renovaba y se les iluminaba el
corazón. Como que cierto es que eso anhelan con gran sed. Se les ensancha el
cuerpo con eso, tienen hambre furiosa de eso. Como unos puercos hambrientos
ansían el oro», dice el Códice Florentino.”
A
partir de entonces el territorio latinoamericano es visto como un tesoro que se
encontró para derrochar y en las manos de los españoles a éste casi le dieron
un fin. En mentes más maduras esto habría pasado como algo más que un regalo,
era, como casi todo en esta vida, una responsabilidad que debía administrarse y
debía servir para crear una mejora de vida al que lo poseyera; sin embargo,
esto no fue así. Más adelante. Galeano escribe: “Aquel imperio rico tenía una
metrópoli pobre, aunque en ella la ilusión de la prosperidad levantara burbujas
cada vez más hinchadas: la Corona abría por todas partes frentes de guerra
mientras la aristocracia se consagraba al despilfarro, el gran aumento de los
gastos públicos y la asfixiante presión de las necesidades de consumo en las
posesiones de ultramar agudizaban el déficit comercial y desataban, al galope,
la inflación.”

El
contenido del capítulo de “Fiebre del oro...” da especial nombramiento al
Potosí (cerro mineral boliviano) que quedó en ruinas tras el despiadado saqueo
y de aquí Galeano ejemplifica varias situaciones similares haciendo notar que
los españoles creían todo ese paraíso regalado como inagotable. Cosa parecida
realiza en el capítulo venidero donde hace notar ahora las salvajes
humillaciones de las que son objetos los trabajadores campesinos, la única
diferencia con los mineros era, hablando de trato humano, el lugar de trabajo.
Explica el escritor que Colón en uno sus viajes trajo consigo la caña de azúcar
y a partir de ese momento este tipo de plantación figuró como una de las
principales fuentes económicas de los españoles en Europa.
Es
de entenderse el claro esclavismo al que fueron sometidos la mayoría de los
indígenas y cómo fue esto evolucionando hasta los trabajadores campesinos de
pagas risibles. Mientras que los dueños de las plantaciones podían disfrutar de
una buena taza de café (otro tipo de plantación que en América Latina ha
costado centenares de vidas) endulzado con el azúcar de las cañas manchadas de
sangre cuando a los campesinos se les ocurría exigir más pago o menos horas de
labor. Pero como las matanzas son lo menos en los capitalistas se puede
nombrara a lo que orillan a los trabajadores que humillan: una constante
marginación. Un ejemplo lo pone Galeano al hablar de Brasil:
“El
costo de la vida en Recife es el más alto de Brasil, por encima del índice de
Río de Janeiro. Los frijoles cuestan más caros en el nordeste que en Ipanema,
la lujosa playa de la bahía carioca. Medio kilo de harina de mandioca equivale
al salario diario de un trabajador adulto en una plantación de azúcar, pos su
jornada de sol a sol: si el obrero protesta, el capataz manda buscar al
carpintero para que le vaya tomando las medidas del cuerpo. Para los
propietarios o sus administradores sigue en vigencia, en vastas zonas, el
«derecho a la primera noche» de cada muchacha. La tercera parte de la población
de Recife sobrevive marginada en las chozas de los bajos fondos; en un barrio
Casa Amarela, más de la mitad de los niños que nacen mueren antes de llegar al
año. La prostitución infantil, niñas de diez o doce años vendidas por sus
padres, es frecuente en las ciudades del nordeste”
Bajo
este tipo –nivel- de vida se han desenvuelto la mayoría de los niños y jóvenes
de América Latina, por esta razón resulta intrigante saber por qué se preguntan
los grandes capitalistas el hecho de que existan grupos de subversión como
serían los movimientos estudiantiles, los ejércitos de liberación y hasta se
podría decir que algunos grupos terroristas, cuando fueron los principales constructores
de estos hombres en protesta.
Más
adelante, Galeano adentra al lector a supervisar “Las fuentes subterráneas del
poder”. En este capítulo explica la razón por la cual Estados Unidos tiene
tanto interés en América Latina y, en especial en sus tierras. Según Galeano y
bueno no él sino el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial aportan
cifras específicas donde se entiende que los EU importan alrededor del ochenta
por ciento de las materias primas que necesitan para crear energía y realizar guerras.
Por este pequeñísimo argumento la nación norteamericana se ha propuesto ver la
manera de apropiarse por diferentes vías de la materia prima latinoamericana a
precios exorbitantemente bajos. Para lograrlo según se ve en este escrito se
hace necesario imponer dictaduras, perseguir intelectuales y rebeldes y
promover el consumo gringo en los países donde se pretende sacar beneficio. En
una de sus tantas crónicas Galeano expresa el interés estadounidense en Cuba:
“En 1964, en su despacho de la Habana, el Che Guevara me enseñó que la Cuba de
Batista no era sólo de azúcar: los grandes yacimientos cubanos de níquel y de
manganeso explicaban mejor, a su juicio, la furia ciega del imperio contra la
revolución.” Dentro del mismo capítulo, se hace mención del boom que existió en
el comercio exterior con los fertilizantes como el guano y el salitre, y cómo,
en este sentido, se confrontaron hasta llegar a la guerra los tres países
latinoamericanos productores de estas materias: Perú, Chile y Bolivia. Todo
acabo con la invención de un alemán, el cual “derrotó, desde su laboratorio, a
los generales que habían triunfado, años atrás, en los campos de batalla. El
perfeccionamiento del proceso Haber-Bosch para producir nitratos fijando el
nitrógeno del aire desplazó al salitre y provocó la estrepitosa caída de la
economía chilena”.
Y
como en todos sus capítulos no podía faltar una crónica que reflejara la crisis
por las que vivían los trabajadores que hacían más gordos a los capitalistas,
existe una donde explica nuevamente como era la vida cotidiana de éstos
(muertos en vida y mudos hoy) en el trabajo sobre el estaño en Bolivia:
“En
estas tierras áridas y pedregosas, a casi cuatro mil metros de altura, donde no
crece el pasto y donde todo, hasta la gente, tiene el oscuro color del estaño,
los hombres sufren estoicamente su obligado ayuno y no conocen la fiesta del
mundo. Viven en los campamentos, amontonados en casas de una sola pieza de piso
de tierra; el viento cortante se cuela por las rendijas. Un informe universitario
sobre la mina de Colquiri revela que de cada diez varones jóvenes encuestados,
seis duermen en la misma cama con sus hermanas, y agrega: «Muchos padres se
sienten molestos cuando sus hijos los observan durante el acto sexual» No hay
baños; las letrinas son pequeños cobertizos públicos tapados de inmundicia y
moscas: la gente prefiere los cenizales, baldíos abiertos, donde al menos
circula el aire a pesar de la basura y los excrementos acumulados y de los
cerdos que retozan felices.”
Otra
de las funciones que los capitalistas cumplen a conciencia es, sin duda, la
cooptación e, incluso, el terror que infunden a los países que “defienden” o
mejor dicho a los gobernantes para evitar que se lleve a cabo un acuerdo
comercial con otra nación desarrollada. A este respecto, los EU tienen la
suficiente experiencia y Galeano la hace notar cuando explica que ”En 1952, el
acuerdo militar firmado con los Estados Unidos prohibió a Brasil vender las
materias primas de valor estratégico –como el hierro- a los países socialistas.
Ésta fue una de las causas de la trágica caída del presidente Getulio Vargas,
que desobedeció esta imposición vendiendo hierro a Polonia y Checoslovaquia, en
1953 y 1954, a precios más altos que los que pagaban los Estados Unidos.”
En
el capítulo posterior (“Historia de la muerte temprana”) Galeano hace
nuevamente un recorrido histórico examinando la manera en la que América Latina
ha servido de plataforma para los intereses europeos, explicando varias veces
que los conflictos y anexiones de territorio sufridos durante el siglo XIX
obedecieron ni más ni menos que a acciones encaminadas a adueñarse de un
territorio que provee lo que el capitalismo necesita con bajos costos. Por si
esto fuera poco ahonda en el hecho de que Inglaterra poseía el dominio
ideológico económico fomentando con avidez el liberalismo. Un ejemplo
ilustrativo lo da al hablar de México:
“La
industria mexicana había carecido de capitales, mano de obra suficiente y
técnicas modernas; no había tenido una organización adecuada, ni vías de
comunicación y medios de transporte para llegar a los mercados y a las fuentes
de abastecimiento. «Lo único que probablemente le sobró- dice Alonso Aguilar-
fueron interferencias, restricciones y trabas de todo orden». Pese a ello, como
observara Humboldt, la industria había despertado en los momentos de
estancamiento del comercio exterior, cuando se interrumpían o se dificultaban
las comunicaciones marítimas, y había empezado a fabricar acero y a hacer uso
del hierro y el mercurio. El liberalismo que la independencia trajo consigo
agregaba perlas a la corona británica y paralizaba los obrajes textiles y
metalúrgicos de México, Puebla y Guadalajara.
Lucas
Alamán, un político conservador de gran capacidad, advirtió a tiempo que las
ideas de Adam Smith contenían veneno para la economía nacional y propició, como
ministro, la creación de un banco estatal, el Banco de Avío, con el fin de
impulsar la industrialización.”
Bajo
este tenor lleva el autor hasta “La estructura contemporánea del despojo” donde
claramente define el “nuevo” sistema para colonizar un territorio ayudándose
–en este caso EU- de instituciones supuestamente dedicadas al desarrollo
equitativo como el Fondo Monetario Internacional, entre otras. Asimismo,
reafirma la función de las empresas como un factor vital de esta
neocolonización, al respecto dice:
“A
cambio de inversiones insignificantes las filiales de las grandes corporaciones
saltan de un solo brinco las barreras aduaneras latinoamericanas,
paradójicamente alzadas contra la competencia extranjera, y se apoderan de los
procesos internos de industrialización. Exportan fábricas o, frecuentemente,
acorralan y devoran a las fábricas nacionales ya existentes. Cuentan, para
ello, con la ayuda entusiasta de la mayoría de los gobiernos locales y con la
capacidad de extorsión que ponen a su servicio los organismos internacionales
de crédito. El capital imperialista captura los mercados por dentro, haciendo
suyos los sectores claves de la industria local: conquista o construye las
fortalezas decisivas, desde las cuales domina el resto.”
La
fascinación que la mayoría de las veces ha encontrado el sistema capitalista
para llevar a cabo su neo colonización es la clara muestra de que a estas
fechas poco importa el nacionalismo o, de perdida, la independencia estatal. La
mayoría de los gobiernos actúan conforme les está planteando este sistema
porque obtendrán beneficios económicos y, desgraciadamente, la gente se siente
fascinada con el mismo debido a que se cree toda la propaganda que habla sobre
tecnología y progreso. En cambio, lo que recibe esta última clase es el
desempleo, crisis económica y demás “milagritos” del capitalismo. Galeano
abunda en este sentido que:
“América
Latina continua exportando su desocupación y su miseria: las materias primas que
el mercado mundial necesita y de cuya venta depende la economía de la región y
ciertos productos industriales elaborados, con mano de obra barata, por
filiales de las corporaciones multinacionales. El intercambio desigual funciona
como siempre: los salarios de hambre de América Latina contribuyen a financiar
los altos salarios de Estados Unidos y Europa.
No
faltan políticos y tecnócratas dispuestos a demostrar que la invasión de
capital extranjero «industrializador» beneficia las áreas donde irrumpe. A diferencia
del antiguo, este imperialismo de nuevo signo implica una acción en verdad
civilizadora, una bendición para los países dominados, de modo que por primera
vez la letra de las declaraciones de amor de la potencia dominante de turno
coincidiría con sus intenciones reales.
El
nuevo imperialismo es reafirmado por Galeano o mejor dicho descrito por él en
aquella época como un sistema que extiende con ahínco la pobreza y crea más
riqueza para él, la cual en determinado momento se imagina ingastable. Su fin
primordial es controlar las economías favorables de los países latinoamericanos
introduciendo empresas en ellos con el fin de hacer “sangrías” –como les llama
Galeano- que le ameriten grandes cantidades de dólares. La alternativa más
fácil para lograrlo es mediante el soborno de líderes o gobernantes, mediante
la propaganda optimista del progreso y, claro, mediante las matanzas de los no
conformes. En nuestra época nos ha tocado un imperialismo mucho más
“maquillado” aunque más sanguinario, pues ahora lo de menos es cuánta gente
muera para lograr el objetivo lo demás es lograrlo a como de lugar, sino que
les pregunten a los afganos y a los iraquíes.
Para
el imperialismo lo esencial no es cuántos territorios tenga el mundo sino
cuántos tienen que ser de ellos para poder dormir tranquilos. Hitler añoraba la
supremacía mundial; pero más, el que solamente fuera habitado este mundo por la
raza aria. En este sentido, él impuso una base: “hay que dominar el mundo”, el
neo imperialismo está a favor de esto y agrega que la raza superior debe ser la
capitalista; pero que no hay necesidad de matar a las demás mejor hay que
ponerlas a trabajar para vivir de ellas. Galeano expone una mas de sus crónicas
al respecto:
“La
vieja se inclinó y movió la mano para darle viento al fuego. Así, con la
espalda torcida y el cuello estirado todo enroscado de arrugas, parecía una
antigua tortuga negra. Pero aquel pobre vestido roto no protegía, por cierto,
como un caparazón, y al fin al cabo ella era tan lenta sólo por culpa de los años.
A sus espaldas, también torcida, su choza de madera y lata, y más allá otras
chozas semejantes del mismo suburbio de Sao Paulo; frente a ella, en una
caldera de color carbón, ya estaba hirviendo el agua para el café. Alzó una
latita hasta sus labios; antes de beber, sacudió la cabeza y cerró los ojos.
Dijo: O Brasil é nosso («el Brasil es nuestro»). En el centro de la misma
ciudad y en ese mismo momento pensó exactamente lo mismo, pero con otro idioma,
el director ejecutivo de la Union Carbide, mientras levantaba un vaso de
cristal para celebrar la captura de otra fábrica brasileña de plásticos por
parte de su empresa. Uno de los dos estaba equivocado.“
Galeano
cerraba su primer edición expresando que se “abren tiempos de rebelión y de
cambio. Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los
dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las
conciencias de los hombres” . La invitación no habría podido ser más formal ni
comprometedora, sólo aquel que sufre la humillación puede quitarse el yugo que
le atormenta. Durante la época en la que Galeano escribe su libro todavía era
evidente que el cambio se buscara en la rebelión armada; no obstante hoy la
podemos encontrar más que en la participación electoral en el compromiso activo
de supervisar a las autoridades y expresar nuestras inconformidades al público
para ser escuchados.
Para
la revisión de su libro en 1978, cuando estaba alojado en Barcelona, Galeano
anexa un ensayo al que tituló “Siete años después” donde hace un resumen de las
vivencias que sucedieron tras haber visto la luz su libro. Pone énfasis en el
hecho de que esta obra había sido escrita primordialmente para las personas
comunes y corrientes que necesitan saber por obligación por qué rayos se
encuentran en tal situación. Y ya encarrerado en esto de las crónicas Galeano
expresa algunas por las cuales ha sido fuertemente criticado, por ejemplo está
aquélla en la que habla que la mejor respuesta de la aceptación de su libro es
la que viene de:
“algunos
episodios reales ocurridos en la calle. Por ejemplo, la muchacha que iba
leyendo este libro para su compañera de asiento y terminó parándose y leyéndolo
en voz alta para todos los pasajeros mientras el ómnibus atravesaba las calles
de Bogotá; o la mujer que huyó de Santiago de Chile, en los días de la matanza,
con este libro envuelto en los pañales del bebe; o el estudiante que durante
una semana recorrió las librerías de la calle Corrientes, en Buenos Aires, y lo
fue leyendo de a pedacitos, de librería en librería, porque no tenía dinero
para comprarlo”
Sobre
esta crónica Arnoldo Águila expresa que es
“una
lástima que este libro no se venda a un precio más razonable para el público al
que se dirige o incluso que no esté accesible gratis en la Internet. Y dice
esto una persona que ha puesto en línea gratis el libro que le costó una vida
escribirlo, "La Esencia Humana", un sistema filosófico completo. Como
ya lo había hecho el señor Eugenio Tait con su libro "Filosofía Crítica
Trascendental", una obra monumental expuesta en su totalidad en la
Internet en dos lugares; en uno, en documentos para Word, y en el segundo, en
páginas normales de Internet.
(...)Es
obvio que el señor Galeano en este caso puso su interés económico por arriba
del ideológico. Él mismo dice que entre las respuestas más estimulantes que
obtuvo fue saber del ‘estudiante que durante una semana recorrió las librerías
de la calle Corrientes, en Buenos Aires, y lo fue leyendo de a pedacitos, de
librería en librería, porque no tenía dinero para comprarlo.’
¿Estimulante?
¿Un libro que critica la explotación de nuestras miserias? ¿Y lo dice un hombre
que en este mismo libro proclama ‘Otros motores la solidaridad, la
responsabilidad colectiva, la toma de conciencia de los deberes y los derechos
que lanzan al hombre más allá del egoísmo- deben ponerse en funcionamiento.’?
Quizás
el periodista, que como buen marxista al fin conoce la crítica familiar que le
hicieron a Marx en el sentido de que en vez de escribir sobre el Capital
debiera de haber hecho alguno, ha decidido seguir el consejo que le dieron al
maestro. ¿O es el fariseísmo de ‘haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago’?”
Y
esta es mi primera pregunta: ¿Cómo escribir para los pobres y vender tan caro
el libro? (36 dólares en papel común en Amazon.com.) ¿Denunciar la pobreza
extrema de América Latina y lucrar con eso?”
Dentro
de esta misma página virtual el autor condena el hecho de que el libro de
Galeano no contenga ninguna actualización en ya más de treinta años que el
libro tiene publicado; sin embargo, creo que no es un argumento sólido tratar
de denostar una obra que ha cautivado a la mayoría de la gente que la leído y
es que cómo puede ser posible que se esté reestructurando una obra por cada año
o acontecimiento trascendente que surja, por favor si ni con los pequeños
artículos esto se hace. En lo que sí puedo y estoy de acuerdo es en el hecho de
que el libro tendría que tener un precio accesible, pues su contenido amerita
realizar esta acción y a la vez también es necesario que la mayoría de la gente
lo tome en cuenta para hacer sus reflexiones. De todos modos no se nos puede
escapara que muchas veces esto tiene que ver más con la editorial y el éxito
del libro, pues no estamos es un mundo capitalizado. Si Lenin vendiera como lo
hace Galeano ¿también tendríamos que ir a su tumba a echarle en cara que sus
ideas nada tienen que ver con el precio del libro?
Dentro
de su escrito Galeano alaba el hecho de que su obra sea tomada con la seriedad
que ameritan los trabajos académicos, pues eso habla de que los maestros
infunden en la juventud una perspectiva más sobre la que imponen los medios de
comunicación y la historia oficial. Su obra permite al estudiante reconocer la
historia “de abajo” que ha sido cruelmente silenciada por los artífices del
capital.
CONCLUSIÓN
A
manera de conclusión no resta más que decir que la lectura del libro deja al
lector con un sinfín de preguntas que el estudio y la investigación le harán
comprender. Por lo pronto, Galeano da una pequeña muestra de la actividad que
tiene el capitalismo en proyectarse como amo y señor del mundo, permite ver
cuánto daño ha hecho este sistema a los gobiernos de los países
latinoamericanos, quienes no han sabido vivir solos para crear su propia
democracia y no la que promulga en todo lugar que pisa la ideología capitalista
estadounidense.
Galeano
ofrece, sin duda, en este libro un llamado de atención que debe ser escuchado o
como dice él ¿tan sólo nos toca vivir cruzados de brazos?, creer que con darle
una lectura a Las venas solucionará nuestra crisis es irrisorio. La propuesta
es crear sistemas de rebelión, los cueles permitan poco a poco terminar con
este sistema al que poco le importa la integridad humana.
Retomando
el caso anterior de Águila en cuanto a que la obra de Galeano está “cerrada por
falta de reformas”, sería bueno hacer mención que en el caso de México este
escritor uruguayo siguió contando la historia popular sobre la oficial, como
continuando con su lucha social (es más, Galeano no sólo escribió Las venas,
sus demás obras son parte fundamental de esta participación que le ha hecho tan
importante). Su colaboración semanal en el diario La Jornada con un espacio
llamado “Ventanas” permitió a uno como lector seguir el paso de Galeano y de
sus vivencias muy a flor de piel, la cual tuvo que cerrarse un 13 de abril
cuando Galeano expresaba:
“Gracias
Mil,
mil gracias, a los lectores de La Jornada y a este diario entrañable que desde
hace años viene ofreciendo lugar a mis ventanas en sus ediciones de cada
domingo.
Hoy,
ellas les dicen adiós.
Se
marchan para formar parte de un libro en elaboración. Ese libro, largo trabajo
ya hecho y por hacer, reúne muchas ventanas publicadas y otras muchas inéditas.
Las páginas sueltas están formando parte de un largo relato único, pedacitos de
un todo, y ya no me dan permiso para difundirlas de a una.
Las
ventanas andan queriendo ser casa. Y yo obedezco.”
La
trayectoria de Galeano y este libro en especial demuestran que la valentía, la
dignidad y el coraje no son piezas inamovibles de las fuerzas armadas o grupos
subversivos, también por acá en el ámbito académico existen personas de gran
valía y disciplina. Por esta razón, Galeano demuestra que ser latinoamericano
debe ser un orgullo, pues es la región que más héroes y hombres ilustres ha
dado al mundo. Para cerrar este escrito compartiré algunas “Ventanas” que
Galeano amablemente creaba para nuestro deleite los domingos:
“El
Conjuro
Mientras
nacía el nuevo milenio, ejército abrió paso a la empresa petrolera Oxy hacia a
las tierras de los indios u´wa, en la Lomas de Samoré.
Los
taladros comenzaron su trabajo y los expertos anunciaron que la perforación iba
a rendir mil cuatrocientos millones de barriles.
Al
amanecer y al atardecer de cada día, los indios se juntaban para cantar en la
espesura del monte.
Al
acabo de un año; la empresa había gastado sesenta millones de dólares y ni una
sola gota de petróleo había aparecido.
Entonces
los indios u´wa dijeron que la tierra los había escuchado y había escondido su
sangre, para que no murieran los árboles, ni se sacaran las praderas, ni dieran
veneno los manantiales.
La
empresa no dijo nada.”
“El
ginkgo
El
ginkgo, él más antiguo de los árboles, está en el mundo desde la época de los
dinosaurios.
Dicen
que sus hojas de abanico alivian el asma, el dolor de cabeza y los achaques de
la vejez.
Y
esta probado que esas hojas son, también, el mejor remedio contra la mala
memoria. Cuando la bomba atómica convirtió a la ciudad de Hiroshima en un
desierto de negrura, un viejo gingko cyó fulminado cerca del centro de la
explosión. El árbol quedo tan calcinado como el templo budista que el árbol
protegía. Tres años después, alguien descubrió que una lucecita verde asomaba
en el carbón. El ginkgo muerto había dado un brote. El árbol renació, abrió sus
brazos floreció. Ese sobreviviente de la matanza sigue estando ahí.”
“El
encapuchado
La
dictadura militar de Chile había convertido en cárcel el estadio de futbol, el
Estadio Nacional. Miles de presos eran el público de un partido invisible.
Sentados en las tribunas, esperaban que se decidieran su destino.
Un
encapuchado recorría las gradas. Nadie le veía la cara; él veía las caras de
todos. Esa mirada disparaba balas; el encapuchado, un socialista arrepentido,
caminaba, se detenía y señalaba con el dedo. Los hombres por él marcados, que
habían sido sus compañeros, marchaban a la tortura o iban al muere.
Los
soldados lo llevaban atado, con una soga al cuello.

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